Creo que vale la pena leerlo.
Los ojos
del mundo
Gervasio Sánchez
UN HAZ DE LUZ atraviesa la sala destrozada de la Biblioteca
de Sarajevo. Es una de mis fotografías más conocidas y
queridas. La publiqué por primera vez en agosto de 1993.
Desde entonces ha dado la vuelta al mundo y el paso del
tiempo la ha convertido en un icono de la barbarie o contra
la barbarie. ¿Cómo la definimos? ¿Es fotoperiodismo, documentalismo
o arte?
Antes que nada quiero ser honesto y aclarar que esa imagen
nació de la casualidad. Unos días antes se me había roto
el fotómetro manual. Era el último domingo de junio de 1993.
Sobre las nueve y media de la mañana volví a entrar por
enésima vez en aquel lugar destruido por el odio. Algunas
veces me había protegido allí durante los salvajes bombardeos.
Pero la calma era total aquella mañana.
Me coloqué en el lugar apropiado e hice media docena de
disparos. Diez minutos después abandoné el lugar. Había
caminado unos cien metros cuando me di cuenta de que
había errado la exposición. Regresé rápido ya que no quería
llegar con retraso a una cita de trabajo. Me recibió esa extraña
luminosidad que embellece su terrible atmósfera. Sentí un
temblor y comencé a disparar mi cámara.
Aquella fotografía nació para ser publicada en la prensa y
así fue como empezó su largo recorrido. Forma parte de un
amplio documento que recuerda la tragedia de Bosnia. Aunque
algún día cuelgue de las paredes del mejor museo, sea
comprada por un coleccionista importante o su valor económico
se multiplique por las complejas y manipuladoras leyes
del mercado, la imagen seguirá siendo fiel a su origen y
pertenecerá al fotoperiodismo, categoría tantas veces considerada
el pariente pobre de la Fotografía, menospreciada y
dilapidada por los galeristas de moda.
Podrá ser ascendida al cielo del arte, pero la fotografía
recordará que los que bombardearon la biblioteca querían
acabar con la memoria de un pueblo, que el cerco de Sarajevo
duró 1.260 días, entre el 6 de abril de 1992 y el 15 de septiembre
de 1995, que 10.600 personas murieron, entre ellos 1.600
niños, y que otras 60.000 sufrieron heridas muy graves.
Otras imágenes han seguido los mismos derroteros y
han transitado por caminos parecidos: del anonimato al
aplauso general. Espacios de luz y verdad que nacieron con
el objeto de documentar y que han abandonado las compactas
tiras que forman los negativos para reconvertirse en
iconos artísticos. La imagen de Sofía y Alia, de una madre
mutilada de ambas piernas durmiendo plácidamente junto
a su hijita, no existiría si no se hubiese producido una
explosión de una mina quince años antes. El drama y la
muerte (María, hermana de Sofía, murió como consecuencia
de ese accidente) acompañan todas las fotografías tomadas
desde entonces. Una fotografía puede ser bella porque
cualquier ser humano, aunque sufra terribles amputaciones,
vive situaciones de gran belleza. Pero nunca un documento
debe perder su fundamento original.
“El fotoperiodista escribe con imágenes, busca la verdad y
sus herramientas le permiten ser los ojos del mundo en todos
los acontecimientos”, ha dicho el fotógrafo mexicano Héctor
García, de 86 años y con más de sesenta años dedicados a este
apasionante oficio. Leyendo esta maravillosa declaración de
principios, ¿quién se atreve a decir que Andreas Feininger,
Elliot Erwit, Manuel Álvarez Bravo o Henri Cartier Bresson no
fueron fotoperiodistas? O
Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), último premio Nacional de Fotografía
y premio Ortega y Gasset 2008 por su imagen Sofía y Alia, es autor de
la serie Vidas minadas. www.vidasminadas.com.
Recuerdo la primera vez que me presentaron a Gervasio que comentó que se financió de su bolsillo los viajes de aquella época a Bosnia trabajando los veranos de camarero, no sé yo cuántos de nosotros nos pondríamos a repartir comandas?
ResponderEliminarUn fotógrafo mira la realidad a través del objetivo y elige lo que quiere contar. La mirada de Gervasio es valiente y comprometida, un grito que remueve conciencias y que nunca nos deja indiferentes. Gracias por traer a esta pantalla la “luz y la verdad” de sus fotografías y sus palabras.
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